
Interpretamos el papel del perfecto conquistador y la perfecta conquistada, la gracia del juego cortes que se nos ha transmitido generación tras generación.
Sin motivo y sin sentido guiados por patrones y pre-configuraciones obsoletas, fingiendo lo que no somos, abstrayéndonos de la realidad.
Jugamos una y otra vez, potenciando nuestros sentidos, dejando fluir nuestros instintos…pero los sentidos son los vasos comunicantes más potentes para las emociones y sentimientos, motivando su actividad gracias a su química.
Creemos no ser humanos…o más bien pretendemos no sentir como tales, pese a saber que nuestros sentidos no son controlables.
El día a día, nuestra educación, nuestro pasado, marca unas pautas y unos márgenes que nuestras emociones incumplen, a caballo entre nuestros pensamientos y nuestras reacciones.
El goce sin sentimiento conlleva a la perdición de la personalidad, a la anulación de nuestra humanidad, a la frialdad de una caricia, al beso sin significado.